jueves, 21 de mayo de 2015

Españolas que trabajan en Arabia Saudí: “Aquí necesitas un hombre”

http://internacional.elpais.com



En este país necesitas un hombre”, resume Vega Gutiérrez, una de las ingenieras españolas que trabaja en la construcción del metro de Riad. “Este país” es Arabia Saudí, donde las mujeres tienen prohibido conducir, no pueden estudiar, viajar o someterse a una intervención médica sin el permiso del varón que tenga su tutela, y deben ocultar sus cuerpos bajo unas túnicas negras llamadas abayas. 


Pero ni esas restricciones, ni la mala imagen del Reino del Desierto, han desanimado a estas pioneras ante un reto profesional tan importante para ellas como para su anfitrión. Gutiérrez se refiere a los problemas de movilidad como no poder coger el coche para ir a visitar otros puntos de la obra, hacer la compra semanal o acudir a un restaurante. Esta ingeniera de Caminos salmantina es la responsable de contrato de la línea 5, una de las tres constructoras del consorcio internacional liderado por la española FCC. Con la experiencia de 15 meses en Riad, admite que tiene la suerte de que su marido también trabaje en el mismo proyecto. Le da mayor independencia fuera del entorno laboral.

“El conductor se ha convertido en mi sombra”, señala por su parte Berta Tapia, jefa del departamento de Topografía de la misma línea, cuyo marido e hijos se han quedado en Barcelona. “Pero no sólo es un problema de movilidad, si no tienes marido no puedes socializar con otros hombres o compañeros”, añade.

Las dificultades son a veces sutiles y, para mujeres acostumbradas a liderar equipos, resultan difíciles de encajar. Cuentan que a los compañeros saudíes les cuesta dirigirse a ellas y, cuando lo hacen, no les miran a la cara. “No tienen costumbre porque entre ellos [mujeres y hombres] no hablan, pero poco a poco se están habituando. También tú aprendes a no dar la mano a no ser que ellos te la ofrezcan primero”, apunta Almudena Álvarez, ingeniera de Caminos que dirige el departamento de diseño. “En su mentalidad no existimos, están aprendiendo”, añade.
Supera lo anecdótico. También afecta a la organización del trabajo. “No tienes la libertad que en otros países para convocar una reunión, pero son temas que se pueden salvar, haciéndolo a través de un compañero, por ejemplo”, reconoce Gutiérrez. “Hay que venir con una actitud diferente; eso mismo que en Madrid sería el fin del mundo, aquí soy consciente de donde estoy”.

Tampoco les pilló de sorpresa. Sabían que venían al país más conservador y misógino de Oriente Próximo. Intuían que las condiciones serían difíciles, pero pesó la oportunidad profesional. “Es un proyecto muy ambicioso, y en España en estos momentos no hay mucha obra civil”, coinciden.























No hay comentarios:

Publicar un comentario