El jugador de balonmano Albert López Ortega ha muerto este lunes a los 21 años de edad a causa de un cáncer. El joven deportista, que militaba en el BM Granollers logró superar en un primer momento la enfermedad, pero después volvió a recaer hasta en dos ocasiones más.
Ha sido un ejemplo de superación y de vivir con dignidad, por dura que fuera su realidad, que lo era y mucho, y aunque hoy pueda parecer que fue una lucha para un final no feliz, la no felicidad es no vivir en el momento que recibes una noticia de este calibre y entregas la cuchara.
Albert logró superar la enfermedad por primera vez tras siete meses de tratamiento, tiempo durante el que no dejó de jugar al balonmano. Sin embargo, los médicos le volvieron a detectar un cáncer, en este caso de pulmón, poco tiempo después, según ha informado este lunes Antena 3.
CARRERA DE ARQUITECTURA
Este
segundo cáncer le obligó a alejarse del deporte al que se dedicaba en
cuerpo y alma en las filas del BM Granollers, motivo por el que empezó a estudiar arquitectura. Durante esta segunda enfermedad, abandonó la quimioterapia para probar otras técnicas alternativas y que le llevaron a superar el cáncer por segunda vez.
Pero el cáncer volvió a cruzarse en su camino. En esta tercera ocasión, López Ortega se volcó en el proyecto “Vivir a contracorriente”, a
través del que relataba cómo era su día a día en su lucha contra la
enfermedad. La cadena española ha recordado que el joven deportista
siempre sonreía y animaba a sus seguidores a ser todo lo felices que
puedan.
Además, se refería a sí mismo como “piloto” porque
alegaba que él era quien tenía las riendas de su vida. “Pilotos porque
nosotros decidimos qué hacemos y hacia donde nos dirigimos, y copilotos
porque compartimos la vida con los demás”, señaló López Ortega, según
declaraciones recogidas por Antena 3.
Gracias por tu ejemplo y allá dónde estés, que tu sonrisa perenne no desaparezca.
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